martes, 29 de septiembre de 2009

Capítulo 7:¡último capítulo!

¡Hoooola de nuevo!Me he tomado dos semanitas(no de vacaciones,precisamente...), pero por fin he vuelto a mi añorado ordenata y aquí os dejo...sí,señoras y señores,¡el último capítulo!Lo sé,es muy largo,pero así acabáis antes,¿no?(No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy).En fin,disfrutadlo:




-No-suelto, asustada, y retrocediendo varios pasos-. Jamás. ¡Olvídate!
-No tienes otra opción-sonríe Jidar, malicioso-. Eres la última pieza de mi puzzle sin terminar. He pasado miles de millones de años sin beber ni una sola gota, y pensé que podía saciarme de simples demonios o humanos, ¡pero no fue suficiente! Pensé que la sangre de Odín me daría fuerzas, pero ya es muy viejo y su sangre, escasa. Por eso, lo envenené para que no pudiera siquiera hablar sobre mi plan. Rapté a su hijo, Thor, para tener a todos ocupados y que además vinieras a mí. Me di cuenta de lo que de verdad necesito: Valquirias. Jóvenes y fuertes Valquirias, como tú, pero tenía que ser un número exacto, ya que si mataba demasiadas las echaríais de menos y habría más gente de la que necesitaba a mi alrededor. Trece Valquirias. Tenía doce, pero todas demasiado débiles. Eres tú quien me falta. La décimo tercera Valquiria*. Éthara, la sanguinaria Valquiria caza-demonios, fuerte y rebosante de sangre joven que saciaría mi sed.
Por el poderoso Odín, no me puedo creer que haya caído en la trampa. ¡Por eso hubo desapariciones de Valquirias! Jidar sabía que Frigg recurriría a mí y que finalmente y con la ayuda de Alexander, Ozkora y Alice, conseguiría llegar hasta aquí. Todo estaba planeado.
Pero aún hay un detalle por contar.
-¿Y todo para qué, Jidar?-pregunto. Él mira a Alice.
-No sólo me preguntes a mí, preciosa-contesta, ladeando la cabeza y sin dejar de exponer sus dientes afilados a través de su sonrisa-. Pregúntale también a tu querida amiga… ¿cómo era…?Ah, sí. Alice-concluyó con una mirada que me dio escalofríos.
Me vuelvo hacia ella, frunciendo el ceño y con una sospecha en la mente.
-¿Alice? ¿Tú lo sabías?
Mi amiga me mira con cara de culpabilidad, sin poder decir nada. Sacudo la cabeza, confundida. ¿Cómo es posible que todo este tiempo haya sabido lo que Jidar se traía entre manos y no nos lo ha dicho? Me había ahorrado varias comeduras de coco. Todo lo que he hecho…no ha servido de nada. Ahora mismo, a punto de ser devorada por un Vampiro, me siento decepcionada, pero sobre todo, tengo miedo. Mucho miedo.
-Oh, sí, la dulce, bondadosa y bonita Alice-continúa Jidar, impasible-. Vino aquí para protegerse a sí misma y a los suyos, y para asegurarse de que todo iba según lo previsto.

No me lo puedo creer. Sé que no debería desesperarme, porque probablemente es lo que quiere Jidar, pero… ¿qué otra cosa puedo hacer? He sido traicionada por mi amiga, o la que creí alguien de confianza, y ya no tengo ganas de luchar.
Pero sí de aclarar las cosas.
-Antes ella intentó curarme-puntualizo -, ya que es su habilidad. ¿Por qué pudo hacerlo fuera de esta sala y no dentro?
La sonrisa de Jidar se hace más amplia; seguramente esperaba que me diese cuenta.
-Porque esta habitación está protegida por una barrera…digamos ``anti-magia ´´ creada por mí mismo, por lo que solo yo puedo usar mis poderes…y, de hecho, no voy a dudar en utilizarlos.
De pronto, alza una mano hacia la puerta, y ésta se cierra de golpe. Después, o desaparece y aparece de repente a mi lado, o es que, como los demonios, corre muy rápido. Sea lo que sea, me toca con dos dedos la frente, y acto seguido, caigo al suelo, inconsciente.


Alice chilló, sobresaltada, y Alexander se irguió alertado. Ambos intentaron detenerlo, pero no fue posible.
-¡Quietos, o la mato!-gritó Jidar, amenazante. Cargó con Éthara, débil y pequeña cual pluma, se dio la vuelta y desapareció corriendo por otra puerta situada al lado de su gran trono.
Alexander, inquieto, miró a Alice, impotente. Ella no pudo sostener su dura mirada, bajó la cabeza y se sentó en el suelo. Alex no podía creerse lo que estaba viendo.
-¿Vas a quedarte ahí sentada mientras un Vampiro le chupa la sangre a tu amiga?-espetó duramente. Después miró a Ozkora, que igualmente se sintió culpable pero no dijo nada. No se molestó en pedirle ayuda a Thor.
-Pues yo no me pienso quedar quieto.
Desenvainó su espada y se dirigió a la puerta por la que había salido Jidar.
-¿Y cómo piensas hacerlo?-dijo Alice-Todas las puertas de este sitio están hechas del mismo material que las espadas valquíricas, ¡son imposibles de romper, ni siquiera una espada demoníaca podría!
-Sí, pero no las cerraduras.
Alex se aproximó a la puerta, y con su espada a modo de llave, manipuló la cerradura. Con un sonoro crujido, la puerta se abrió. Alexander sonrió.
-¿No ha sido demasiado fácil?-preguntó Alice, frunciendo el ceño.
Alexander estaba lo suficientemente satisfecho para no escucharla. Empujó la puerta de una patada y entró. Ozkora se encogió de hombros y le siguió, conforme; Alice y Thor no se quedaron atrás.
La puerta conducía a un gran jardín rodeado por un muro de piedra, el cual estaba repleto de enredaderas por todas partes. En el centro del enorme jardín había una pequeña columna, también con muchísimas enredaderas. Alrededor de la columna, doce piedras alargadas y planas, seis a la derecha, seis a la izquierda. En medio de ellas, una mucho más grande esperaba la llegada de algo…o alguien.
Alexander miró a su alrededor buscando a Jidar y Éthara. Por si acaso, se escondieron detrás de algunos matorrales y enredaderas.
En ese momento, como por arte de magia, encima de cada piedra aparecieron doce Valquirias…menos en la décimo tercera. En su lugar, apareció Jidar con Éthara en brazos, y la depositó en su respectivo lugar, la piedra más grande. Jidar se colocó justo enfrente de la columna y puso sus manos en ella. Todos entendieron lo que pretendía hacer. No dudaron ni un segundo. Alexander desenvainó su espada y corrió hacia él con ella en alto. Sin embargo, la espada rebotó antes de rozarlo.
Jidar se dio la vuelta.
-Ni lo intentes, muchacho-amenazó-. Me rodea una barrera como la de la de antes, pero esta va contra espadas demoníacas y valquíricas. Imposible traspasarla…a no ser que seáis ángeles…pero esos murieron hace mucho tiempo.
Rió y continuó su tarea. Apenado, Alex envainó su espada. Intentó acercarse a Éthara, pero la misma barrera mágica le detuvo. Ya no sabían qué hacer.
Se sentó en el suelo con las manos en la cabeza, abatido.
-¿De verdad no podemos hacer nada?-preguntó a Alice.
Ella negó con la cabeza.
-No-respondió-. Ni siquiera yo.
Ninguno de ellos comprendió su contestación, ya que no sabían su identidad ni de lo que era capaz de hacer.
Jidar cerró los ojos y clavó sus enormes uñas en la columna. Cuando los abrió, eran completamente blancos, y sus labios pronunciaban una lengua incomprensible. De doce de las Valquirias salió un az de luz proveniente de sus corazones, mitad brillante, mitad rojo. En cierto sentido, era realmente bello. Todos los hilos de luz se dirigieron a la columna…
El proceso se detuvo. Cada luz volvió a su cuerpo, y Jidar recuperó su rostro normal. Éste chilló, furioso. Alguien había irrumpido en su maravilloso plan, y a Jidar no le había sentado nada bien.
-Marchaos-murmuró, irritado-¡Marchaos! Dejadme en paz…No me impediréis hacerlo…
Volvió a agarrarse a la columna, pero nada pudo hacer. Sin una debida concentración, era completamente inútil. Una mujer y dos hombres aparecieron de repente por detrás de Jidar y alzaron sus tres pares de manos hacia él, mientras pronunciaban múltiples palabras en el mismo idioma que Jidar usó momentos antes…solo que esta vez era en su contra. Él gritó, desesperado, pero para sorpresa de Alexander no se consumió como esperaba. En su lugar, Jidar abrió los ojos como platos y se miró las manos, confundido.
-¡Rápido, clávale tu espada!-le indicó la chica a Alex. Él obedeció, y con su espada, arremetió contra el pecho del Vampiro. Éste se convirtió al instante en cenizas entre gritos desgarradores.
De pronto, todas las Valquirias despertaron, ya que la influencia de Jidar desapareció tras su muerte. Se miraron unas a otras, verdaderamente confundidas, pero sonrieron, y por fin libres, corrieron a la salida tras darles las gracias a sus siete salvadores. Alexander corrió hasta Éthara, que despertó, y se fundieron en un abrazo.

Me levanto increíblemente confundida. No sé exactamente lo que ha pasado…lo único que sé es que estoy tumbada en una especie de…piedra y rodeada de plantas. Noto, todavía entre las brumas del sueño que alguien me abraza y me aprieta fuertemente.
Eh…reconozco esta ropa… ¡es Alex!
-Em… ¿Alexander?-murmuro.
-Pensé que ese dichoso Vampiro te iba a matar…-susurra él-Te has salvado por los pelos.
Sonrío y le devuelvo el abrazo. Una vez me separo de él, me levanto y voy hasta una chica y dos chicos, que según me dicen las demás Valquirias y Alexander son las que nos han salvado.
-Has cumplido con tu trabajo, Alice-le está diciendo la chica a mi compañera-.Lo has hecho muy bien. Tú debes de ser Éthara. He oído hablar mucho de tí.
Le sonrío, me cuesta no hacerlo. En su presencia sientes ganas de sonreír, como si no pudieras hacer otra cosa.
-Muchísimas gracias por lo que habéis hecho-le agradezco.
-De nada-me devuelve la sonrisa-. Me llamo Yina. Ellos son Óribe y Maxim.
Los dos me dedican una sonrisa. Óribe tiene el cabello rubio y los ojos azules, y Maxim el pelo castaño claro, de ojos marrones oscuros. Yina, en cambio, tiene una extraña mezcla: rubia y ojos color miel. Los tres, al igual que Alice, visten de blanco.
-Ahora que Jidar ha sido destruido-explica Óribe-, podemos salir al exterior…por fin.
Alice salta como si le hubieran pinchado.
-¿De verdad?-dice, entusiasmada-¿Va enserio?
Maxim le sonríe.
-Así es-siente-. Sé que hemos tardado mucho, pero…al fin podremos mostrarnos al mundo.
Yo no entiendo nada de lo que dicen. Me encojo de hombros, y camino hasta Ozkora, que se despedía de una de las Valquirias.
-Nos has dado un buen susto, bonita-me dice, bromeando-. La próxima vez ten más cuidado.
-¿Cuidado?-repito-¡Eres tú la que insistió en que salvara a Odín, y…!
De pronto, caigo en una cosa. Odín.
-¡Odín!-grito-No hemos salvado a Odín…
-Ya nos hemos ocupado nosotros de eso-me tranquiliza Maxim, que me ha oído.
Un poco más tranquila, me reúno con todos, y salimos de la fortaleza.
Veo a Thor cómo mete algo en un bolsillo. Descubro que es su martillo, pero prefiero no preguntar. Si lo ha encontrado, mejor que mejor. Afuera, está anocheciendo, y Óribe, Maxim, Yina y Alice nos indican que esperemos. Minutos después, el asombro cruza nuestros rostros.
Miles de seres alados recorren el cielo, brillantes, magníficos. Algo que no se veía desde hace millones de años, hoy somos los primeros en ver. Ángeles. Montones y montones de ángeles que se reúnen ahora con nosotros, y abrazan a nuestros amigos.
-¿No queríais saber quién soy?-optimiza Alice, al ver, sonriente, nuestras caras sorprendidas.
Acto seguido, de su espalda salen dos alas de plumas relucientes. Echa a volar y abraza a otro ángel cariñosamente. Sonrío al contemplar su alegría, y lo bella que está en su estado natural.
-¿Por qué hasta ahora no supimos quién érais?-pregunto a Yina.
-Porque teníamos nuestra propia esencia escondida. Es una habilidad que han aprendido algunos demonios y ángeles, la cual nosotros estábamos utilizando.
Claro… ¡por eso no reconocí a Aszarok en el bar! Ahora todo tiene una razón lógica.
-Todo este tiempo-explica Óribe-hemos estado escondidos, porque éramos demasiado pocos. Jidar nos capturaba y se alimentaba de nosotros, y mientras conseguiamos dormirle, nos exiliamos. Cuando supimos que había despertado y volvía a por más poder y sangre, mandamos a uno de nosotros que avisara a Frigg, aunque Odín ya se encontraba en peligro. Luego, ordenamos a Alice ir a protegerte, pero ya te había raptado. Tardamos bastante en descubrir que estabas en Asturias. Una vez que Jidar estuviese ejecutando su plan, Alice debía llamarnos, y debido a las barreras fue bastante difícil, pero llegamos justo a tiempo. Tras quitarle sus poderes, tu amigo le clavó su espada para matarlo, ya que era mortal. Ahora que está muerto, podemos salir del exilio.
O sea… que estaba todo planeado. Y yo sin saberlo. Ahora que todo está en calma, no sé que voy a hacer. En cierto sentido, con los ángeles aquí los demonios ya no son mis enemigos…
-¿Qué piensas hacer ahora?-me pregunta Alex.
-Pues la verdad-contesto-, es que no tengo ni idea. Tal vez me mude al campo…quién sabe. Ya me las apañaré.

Por lo menos…ahora todo está más o menos tranquilo. Podré retirarme de mi cargo de ``Valquiria sanguinaria ´´, que ya me estaba cansando un poco.

Ahora que sé que mi madre murió, tal vez, intentando salvar a los ángeles de los colmillos de Jidar, no tengo nada más que saber. Disfrutaré de la bella Asturias…
Me quedo mirando los ángeles, pensativa. Alexander se acerca a mí y me rodea con un brazo la cintura. Apoyo la cabeza en su hombro. ¿Estará él en mis planes?
Probablemente, sí.







*:¿Comprendéis ahora el título? ;-)
En fin, lectores míos, tal vez pronto siga escribiendo, eso sí, cosas más actuales que esta...
Espero sinceramente que os haya gustado.......

viernes, 11 de septiembre de 2009

Capítulo 6

¡Síííííííí,como soy un hacha,me he puesto a toquetear el ''ordenata'' y he conseguido poner un ''Contador de Visitas''! ;-) Ya sabéis,a visitarme mucho pa' que suba,eehhhh...
Marchando una de Capítulo 6:^^

Me sorprende. Repito, Alexander ya es alguien de bastante confianza…y no es difícil darse cuenta. No hago ningún otro comentario del que luego pueda arrepentirme.
Cuando salimos, como hay ventanas, Alice recupera su color, no sé si debido al sol o al aire fresco que entra por ellas. De todas formas, a mí también me viene bien.
Mientras caminamos, le voy dando vueltas a todo lo ocurrido. Las desapariciones de Valquirias, un Vampiro (lo que me ha dejado perpleja), la extraña aparición de una chica con poderes curanderos…todo parece ser un puzzle. De repente, Ozkora se acerca a mí.
-Por cierto, Éthara-me dice con voz neutra-, ¿tienes ya pensado cómo vencer a Jidar?
Frunzo el ceño, sin entender lo que dice.
-¿A qué te refieres?
Ella sonríe.
-Ah, claro, si no te lo he contado todavía. Ese Vampiro-me explica-se llama Jidar. Es el captor de Thor, como ya te habrás dado cuenta, y el culpable del virus de Odín. Además, creo que tiene relación con las desapariciones…o al menos, eso me han dicho. Bah. Rumores, seguramente. En fín, lo que quiero decir es que tienes que matarlo como sea.
-¿Cómo, Ozkora?-pregunto-¡Es imposible matar a un Vampiro!...creo.
-Bah-farfulla mi amiga-. Tonterías. Solo tienes que encontrar su punto débil.
Ya, claro, ¡como si fuera tan fácil! En fin, muevo la cabeza negativamente y me adelanto.
Ahora mismo solo puedo cruzar los dedos y desear que todo vaya bien. Sin embargo, tengo un mal presentimiento…
Retiro rápidamente esos pensamientos de mi mente y me pongo al lado de Alexander.
-¿Qué piensas hacer cuando acabe todo esto?-me pregunta.
-Pues volver a la caza de demonios, así que ándate con cuidado-bromeo con una sonrisa.
Él no parece muy contento.
-¿Quiere decir eso que volveremos a ser enemigos?-me dice, con voz neutra. La verdad, no parece que le importe mucho.
Me quedo cabizbaja.
-No podemos ser otra cosa-respondo-. Va contra la ley…
Me interrumpo. Me doy cuenta de que lo que estoy diciendo es una completa estupidez. ¿Qué ley, ni ley? ¡No hay ninguna ley! Creo que es porque he estado demasiado tiempo luchando contra ellos…se me ha subido a la cabeza. Frunzo el ceño e intento no mirar a Alexander a la cara; Me es imposible. La vergüenza me inunda. Él me regala una media sonrisa. Supongo que lo entiende.
Continuamos nuestro trayecto con pesadez y resentimiento, ya que lo último que queremos es ir a encontrarnos nuevamente con unos sanguinarios colmillos y afiladas espadas demoníacas que nos quiten la vida. La verdad, ninguno estamos en condiciones de que nos hieran y ni mucho menos está Alice con fuerzas para curar. Thor es como si no existiera, no habla, no se queja…más que un Dios, parece un fantasma, silencioso. Le miro pensando ir a preguntarle cómo está, pero se me quitan las ganas nada más verle. Su rostro muestra un gesto de tristeza, dolor y angustia a la vez que me abruman. Arrugo la nariz sin poder evitarlo.
Llegamos a la puerta en la que hace unas horas nos pillaron los demonios. Me acerco con cautela.
-Bien, hay que entrar en silencio, tal vez con suerte no nos…-digo, pero Ozkora me interrumpe.
Mi aliada no duda en lanzarse a la puerta y la abre de una patada. Todos la miramos con los ojos abiertos como platos. Ella ni se inmuta, ni habla. Simplemente, desenvaina su espada y se defiende contra los demonios que se nos abalanzan protegiendo a su señor.
-¡Ozkora!-le chillo, parpadeando perpleja. Ella sonríe.
-¿Qué pasa?-dice-¿Acaso creías que me iba a quedar ahí parada? Estaba claro que los demonios nos iban a pillar, boba.
Dios mío. He aquí la prodigiosa mente de mi amiga. No sé, yo pensaba clavarle la espada por detrás o algo así. Pero no. Bueno, lo hecho, hecho está. Así que continuamos nuestra nueva lucha contra los demonios, aunque la verdad es que la última vez que estuve aquí no había tantos demonios. Uno de ellos me araña en brazo, pero no es importante. Puedo estar con ello, me lo ha hecho en el brazo izquierdo y soy diestra. Mientras Thor y Alexander se encargan de nuestros enemigos, Alice se acerca a mí para hacer desaparecer el arañazo.
-Tranquila-me susurra-. Te lo quito enseguida.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, de sus manos no salió ningún resplandor y mi arañazo no sanó. Las dos fruncimos el ceño, extrañadas. Ella se mira las manos, asustada.
Un demonio se acerca por detrás de ella, con su espada desenvainada. Empujo a Alice hacia otro lado y le corto la cabeza de cuajo al demonio. De pronto, me siento extraña. He matado a un montón de demonios, pero nunca le había cortado la cabeza a nadie. Supongo que era por cierto respeto. Bueno, da igual. Él pretendía hacer lo mismo. Me giro a Alice, que sigue tirada en el suelo, sentada y aturdida, mirándose las manos. ¿Qué le habrá pasado? No tengo tiempo de pensarlo. Los demonios parecen querer ir solo hacia a mí y Alice, y ya que ella no está en condiciones de defenderse, tengo que protegernos a las dos. Entre patadas y embestidas con mi espada, intento salvarla por lo menos a ella. Parece como si estuviera en estado de shock, inútil y desolada, como una niña.
-¡Alice!-le grito-¡Levántate, vamos! ¿Qué te pasa?
Ella levanta la cabeza hacia mí, pero es como si no me mirase. Su mirada está vacía, confundida y totalmente perdida.
Me arrodillo ante ella y la sacudo como a un trapo agarrándola de los hombros.
-¡Alice!-vuelvo a llamarla, en un intento de hacerla reaccionar-¡Despierta! Vamos, vamos…
Nada. Con un juramento por lo bajo, me vuelvo a levantar con mi espada en alto.
-¿Qué ocurre?-me dice Alexander, mientras me ayuda a combatir contra los demonios.
-No lo sé, no se levanta-contesto, aturdida-. Ha intentado curarme un arañazo pero no ha conseguido que sane.
Él no dice nada más. Se agacha junto a mi desvalida amiga e intenta levantarla. La coge en brazos como si fuera una pluma.
-Está en estado de shock. Me la voy a llevar a un lugar más seguro-me explica, al final estuve en lo cierto.
Rápidamente, a una velocidad vertiginosa que caracteriza a los demonios, sale de la estancia y se esconde por detrás de la puerta. Thor pelea realmente bien, pero si su arma más letal, su martillo eléctrico, es más débil de lo normal. Aunque no estoy segura de que sea real esa arma. A lo mejor incluso es una simple leyenda.
Observo pensativa como Alexander se marcha con Alice en brazos y vuelvo a alzar mi espada. El cansancio me recorre el cuerpo, ya me cuesta sujetar la espada. Es como si por cada demonio que mate, aparezcan dos nuevos demonios más. Es casi imposible derrotarlos. Me acerco por detrás de Thor.
-¿Cómo vamos a matarlos a todos?-pregunto a su espalda.
-Son demasiados-contesta-, nosotros solos no podemos.
Miro a mi alrededor para ver si Alexander ha vuelto, pero no le veo por ninguna parte. Salgo de aquí y voy a su encuentro. Alice está sentada en el suelo con las piernas estiradas y Alex a su lado, sentado.
-¿Mejora?-pregunto.
Él me mira.
-Pues…no lo hemos probado-me responde.
Alice alza la cabeza hacia mí y me agarra fuertemente del brazo.
-¡Ay!-me quejo.
Ella me sujeta la muñeca con una mano y la otra la coloca por encima de mi arañazo. De sus delgados dedos sale un tenue brillo, y hace que sane un poco. Yo sonrío pensando que ha recuperado su poder, pero ella, sin embargo, frunce el ceño. Se levanta de un lado y entra arrastrándome en la sala donde Thor lucha por su vida. Vuelve a intentar curarme. Sin embargo, esta vez no hay resplandor y mi arañazo se queda como está. Ahora sí, sonríe, y a diferencia de mí comprende lo que ocurre. Desenvaina su espada y se une a Thor. Encogiéndonos de hombros, Alexander y yo le seguimos.
Cuando solo quedan dos demonios, unas palmas nos sobresaltan.
-¡Bravo, bravo!-grita una voz-He hecho bien en mandaros a hacer esta chapucilla. Gracias, chicos. Podéis retiraros.
Cuando los demonios se marchan, descubrimos al dueño de la voz: Jidar.
Baja las escalerillas que conducen a su enorme trono y se coloca justo frente a mí.
-Qué bien lo hemos pasado, ¿eh, preciosa?-me dice-Espero que esos ineptos no te hayan echo daño…-me agarra del brazo, y no puedo evitar un gesto de dolor-Oh, vaya. Qué pena…
Me suelta y emite una sonora carcajada. Da una vuelta en torno a mí, examinándome. Tengo la impresión de que quiere algo de mí…este tío me da muy mala espina. Detrás de mí, se relame como un gato observando al ratón antes de comérselo. Se acerca a mi espalda y coloca sus manos de largas y enormes uñas sobre mis hombros, que, comparados con sus manazas, son diminutos.
-Tengo planes para ti, querida-sisea con malicia, acercando su barbilla a mi cuello. Me debato, no me gusta tenerle tan cerca de mí-. No, no gastes más tus fuerzas. Resérvalas para el momento más importante.
Por fin, se aleja,y yo reprimo un último escalofrío...
-¿Qué quieres de mí?-le pregunto.
-Quiero lo que más necesitas-contesta-. Algo que tú no puedes darme pero yo sí puedo quitarte.
Frunzo el ceño, pensando en lo que quiere.
-Entonces, ¿cómo…?
Callo, sorprendida. Comprendo al instante lo que pretende quitarme.
Quiere mi sangre.

Espero sinceramente que os haya gustado. ^^

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Capítulo 5,''La décimo tercera Valquiria''

Empezamos Septiembre,y con él,el capítulo 5:



Sin poder evitarlo, desenvaino mi espada y me arrodillo ante Thor. Él sonríe.
-Levántate, Éthara-me ordena suavemente-. No tienes por qué hacer esto.
Me levanto, obedeciéndole.
-Mi señor, ¿por qué no debo arrodillarme? Es mi deber, y un honor estar aquí con usted.
Pero Thor niega con la cabeza y su sonrisa se hace más amplia.
-No, Éthara-me dice, mientras apoya su enorme mano en mi hombro-. Tú no estás aquí conmigo por obligación, y precisamente por eso no me debes honor ni fidelidad. Estás aquí porque tu corazón te lo dijo. Confiaste en tu corazón…igual que tu madre.
Y con esas últimas palabras, sale de la celda. Me quedo un poco confusa, pero acepto su compostura. Es mejor no contradecir a un Dios. Sobre todo si tiene razón.
Si sabe algo sobre mi madre, no tardaré en descubrirlo.
Lo que más me indigna de todo esto es que Alice no se ha sorprendido en absoluto al ver al hijo de mi gran Dios escandinavo. A lo mejor incluso ya ha visto a otros Dioses, pero… ¿tan cerca? Y en sus peores condiciones. En fin… ya averiguaré cosas sobre ella.
Me acerco a nuestra salvadora.
-¿No te sorprende conocer a un Dios?-le pregunto procurando que Thor no me oiga.
Ella se encoge de hombros.
-Lo íbamos a conocer de todas formas, así que…no me preocupa. Está de nuestra parte, y eso es lo importante.
Guardamos un pesado silencio mientras atravesamos de nuevo el pasillo, y no puedo evitar romperlo.
-Y ahora, ¿hacia adónde vamos?
Thor pone cara de asco, y me contesta secamente:
-A quitarles a esas alimañas lo que es mío-responde; seguramente se refiere a los demonios(los cuales todavía no he tenido el ``placer ´´ de conocer).
Thor, delante de nosotros, se para enfrente de una puerta.
-¿Por qué nos par…?-empiezo a preguntar, con curiosidad, ya que al parar, choco contra Alice.
-Ssssshh…-me interrumpe mi Dios-Tengo que asegurarme de que no hay nadie, o nos descubrirán…
Nada más decir eso, noto algo punzante sobre mi espalda y una mano que me tapa la boca por detrás. Intento avisar a Alexander, pero parece que mi agresor se da cuenta, porque me clava más su espada, cuchillo o lo que sea. El objeto me quema la piel, así que seguramente será una espada demoníaca, lo cual me asusta. Veo por el rabillo del ojo que unos demonios también agarran por detrás a mis acompañantes, incluyendo a Thor.
Genial. ¡Nos han pillado! Nunca habría imaginado que me pasaría algo así…pero ya estaba hecho.
Los doce demonios y tres humanos nos llevan a una celda, justamente el mismo sitio del que hemos sacado a Thor. Como en cada una sólo caben dos personas, nos encierran por separado: Alexander y yo en una, y Alice y Thor en otra. Nos quedamos en silencio.
-¿Cómo ha podido ocurrir esto?-murmura Alexander, sobresaltándome.
Me encojo de hombros, quitándole la mucha importancia que tiene.
-Nos han pillado-resumo-. Y ya está. Cualquiera lo hubiera hecho si…
-No me refiero a eso-me interrumpe, sacudiendo la cabeza.
Enarco las dos cejas.
-¿Entonces…?
Él se queda pensativo mirando fijamente al suelo, pero finalmente vuelve a sacudir la cabeza.
-No importa-dice.
Pasamos un buen rato sin decir nada, ya que ninguno tiene nada que decir. Me viene a la mente una pregunta que estaba deseando preguntarle desde hace tiempo, y no dudo en formularla:
-¿Por qué eres tan…?-empiezo a preguntar, pero me cuesta decirlo.
-¿…sensible?-me ayuda él-¿Tan poco inhumano? En cierto sentido, ¿amable? Pues…-duda un momento, pero parece que mi curiosidad le da ciertas fuerzas para continuar-Verás. Mi padre era un demonio, no muy fuerte, un…digamos un ``demonio menor ´´. Sin embargo, era como tú, mataba a cualquiera que se le cruzara por su paso. Pero mi madre…mi madre era una Valquiria. Sensible, amable y servicial, pero sanguinaria y fuerte cuando era necesario. Desgraciadamente, me parezco más a mi madre que a mi padre…y por eso es por lo que muchas veces me quedo pensativo mirándote, que además sé que te molesta-sonríe, malicioso-. Me recuerdas a ella. Sí, sé que suena extraño que haya podido haber cierta unión entre Valquiria y demonio, pero, ¿por qué no? Si es amor, cualquier cosa puede valer.
Sin querer, me lo quedo mirando pensativa. Voy a abrir la boca para decirle una cosa justo cuando oigo un chasquido. Pego un respingo y me vuelvo hacia la puerta. Un demonio nos abre la puerta, moreno, ojos marrones, acompañado de otros tres demonios.
-¡Vamos, Valquiria!-me grita el que ha abierto la puerta-Mi señor quiere verte.
Me levanto a pesar de que no me apetece absolutamente nada acompañarlos. Alex también intenta venir, pero el demonio le apunta con el filo de su espada.
-Tú, no-gruñe, enseñando los colmillos-. Sólo ella y la otra chica.
Como ya podréis imaginaros, también sacan a Alice de su celda, y nos llevan a las dos, acorraladas por sus espadas, que se nos clavan en la espalda dolorosamente, hacia su Señor, al cual ni conozco, ni me interesa conocer.
En un momento de ligero despiste por parte de nuestros captores, consigo aproximarme hacia Alice, y le susurro al oído:
-¿Hacia dónde crees que nos llevan?-pregunto, hablando en voz baja.
Ella se encoge de hombros, hablando en mi mismo tono de voz.
-No sé,-me responde, frunciendo el ceño-pero sea quien sea su señor, debe de ser alguien muy importante.
Nos conducen por el larguísimo pasillo (que ya estoy un poco cansada de recorrer), pero esta vez entramos por una puerta enorme, imponente, en la que no me había finado antes.
Uno de los demonios golpea la puerta y ésta se abre al instante. Nuestros ojos se abren como platos al contemplar la increíble sala redonda que nos aguarda. Es parecida a esas de los castillos medievales, con su alfombra roja que conduce hasta el trono y los dos caballeros a los lados del trono…con la excepción de que este no tiene ventanas, sólo una lámpara de aceite en cada lado y que los escoltas no son audaces y apuestos caballeros, sino demonios. Y el que se sienta en el trono (que ni siquiera es trono) no es un rey con maravillosos ropajes…sino una alta y fornida (no acierto al averiguar si demonio o humano) persona…aunque no sé su sexo, ya que va cubierta con una capucha que le tapa la cara. Los demonios nos empujan para que quedemos arrodilladas ante su señor.
Uno de ellos se adelanta a arrodillarse ante el trono.
-Mi señor-dice solemnemente-. Estas son las prisioneras que nos encargasteis traeros. Una es Éthara, la Valquiria encargada de salvar a Odín y liberar a nuestro preso, Thor. La otra es una completa desconocida, pero un peligro para nosotros, ya que ayudó a la Valquiria y curó las heridas de los demás.
El poseedor del trono no articula palabra. Finalmente, se levanta.
-Gohan-(¿¡Gohan!?Así que este es el demonio del que me habló Alex…)-. Has hecho un buen trabajo. Serás recompensado.-Gohan sonríe, satisfecho.-Los demás, marchaos. Me quedaré asolas con ellas.
La verdad es que apenas puedo entenderle, ya que parece que lleva la boca tapada con algo, y por eso no puedo identificar su voz como femenina o masculina; Sus sirvientes demonios ya deben estar acostumbrados a ello, porque obedecen al instante. Cuando todos se van, él(o ella), Alice y yo nos quedamos solos. Nuestro gran captor empieza a andar de un lado para otro.
-Así que-dice el señor de Gohan dirigiéndose a mí- eres tú la encargada de trastornar mis planes, ¿eh? Y además te hemos cogido en mi propio escondite. Menuda Valquiria.
Alzo la cabeza, mientras ayudo a Alice a levantarse.
-Menudo demonio-le echo en cara.
Para mi sorpresa, él empieza a reírse a carcajadas. Alice y yo intercambiamos una mirada interrogante.
-Ah, no, no-me contesta secándose las lágrimas que le han provocado la risa-. Ni me compares con esos seres tan inferiores. No tengo nada que ver con ellos, no, querida.
Frunzo el ceño, desconcertada.
-¿Entonces, qué eres?-preguntamos Alice y yo, muy curiosas.
El rostro de nuestro captor se vuelve firme, duro, serio, y la verdad, (debo reconocerlo) tanto a Alice como a mí nos inunda el miedo, y recorre nuestras venas, las cuales parecen ir a derramarse en presencia de este individuo.
-Eso no te incumbe, preciosa-responde. ¿Preciosa? Odio que me llamen así-. De todas formas, lo sabrás. De momento, dedícate a callar y obedecer. Lamento decirte que tu querido Odín no vivirá mucho tiempo. Y Thor…menos todavía. Sobrevive, pequeña. Una mínima insolencia y una espada cortará tu cuello…pórtate bien, y tal vez perdone a tus amiguitos.
Ríe de nuevo, haciéndome perder los nervios. Mis ojos se llenan de lágrimas de rabia.
-¿¡Qué le has hecho a Odín, so idiota!?-exploto, enfadada-Maldito hijo de serpiente… ¡Pagarás por esto!
Dirijo la mano hacia mi espalda, buscando mi espada… Pero entonces recuerdo que me la quitaron hace mucho. Genial.Esto es estupendo. Estoy indefensa ante un gran ser (o lo que sea), totalmente esclavizada por éste,…y Alice no pone mucho de su parte. La miro, buscando ayuda. Ella se muerde el labio inferior, y niega con la cabeza.
¡Fantástico! No sé de qué nos sirve si no nos ayuda a combatir a nuestro enemigo.
Él vuelve a reír de esa forma que me inquieta tanto, y se da la vuelta, de nuevo a su trono.
-No intentéis detenerme-murmura, amenazador-. Para vuestro Dios la suerte se ha acabado. Sus días están contados, queridas… ¡Caput! Despedíos de él.
Caigo al suelo, abatida. Así que…todo esto… ¿ha sido inútil? El viaje, las heridas, el gran esfuerzo… Para nada.
Ni hablar. No me voy a rendir. Alice me intenta ayudar, pero la rechazo fríamente. Me levanto, cansada.
-No me voy a quedar atrás ahora, seas quién seas-le digo-. Nos ha costado sudor, sangre y esfuerzo descubrirte, y no nos vamos a parar ahora, ¿sabes? No, y menos por un estúpido ``señor ´´ que se cree que puede manipular a todo el mundo cuanto le dé la gana. Jamás.
Veo que sus hombros se encongen,de espaldas a mí.
-Como quieras.
De repente, se mueve como un rayo, rápido y eficaz hasta Alice, y su rostro se transforma. Sus facciones se marcan más, sus ojos se alargan y sus colmillos se afilan interminablemente.Ella abre desmesuradamente los ojos,pero la nueva criatura que se muestra ante nosotras no le presta atención a ella,sino a mí.

Un vampiro.

Me agarra del brazo, y me muerde en la muñeca. Chillo de dolor y me derrumbo en el suelo. Si Alice no me salva cuanto antes, moriré. La mano me sangra muchísimo, y siento que la vista se me nubla.
Genial. ¡Me estoy desangrando!¡Me muero! Me estoy muriendo…antes de perder el sentido, logro ver entre mi vista borrosa a Alice arrodillándose ante mí y varios demonios a nuestro alrededor.

Despierto en nuestro calabozo, y respiro de golpe una gran bocanada de aire. A mi izquierda está Alice, que suspira de alivio. Sus manos están en donde antes había una mordedura de vampiro. A mi derecha me encuentro a Alexander, que me sonríe nada más despertar. Miro a Alice, y me toco la mano donde debería estar la marca de los colmillos de nuestro captor.
-Esto se te da bien, ¿eh?-bromeo con ella. Sin embargo, su inquietud sigue ahí todavía.
-Medio muerta y con sentido del humor-bufa Alexander.
Pero Alice no parece muy contenta.
-Eh…-le susurro. En sus mejillas hay surcos húmedos, como si hubiera llorado hace un rato-¿Qué ocurre? ¡Estoy bien! Y me has curado, debería ser yo la que llorara. Me has salvado la vida, y tengo mucho que agradecerte.
Una nueva lágrima recorre su pálido rostro.
-P-pero…-tartamudea-Hemos estado a punto de perderte. Podrías haber muerto, yo…no me lo habría perdonado.
Se echa a llorar, y todos, más que pena, sentimos una extraña sensación de incomodidad. No sé, es…raro. Es como si todo se derrumbara alrededor cuando le ves llorar. Te sientes…perdido. Desamparo. Tristeza. Desesperación...
Le abrazo,y comprendo lo cansada que está,como todos.Quizás curarme esta vez ha sido un poco más difícil debido al agotamiento.
-Venga-acaricio su espalda con una mano y su melena rubia con la otra, calmándola-, no pasa nada. Ya verás como todo sale bien. No tenemos de qué preocuparnos…
Ella asiente, y deja de llorar. Me separo de mi salvadora y le miro a la cara.
-…Y creo que deberías decirnos quién eres de verdad-completo mi frase.

Ella duda, y la verdad es que no me extraña. Algo tan importante como la identidad, algo que las Valquirias somos incapaces de ocultar, es muy difícil de revelar…y más con alguien casi desconocido. Finalmente, baja la cabeza.
-Yo…-tartamudea-No sé si podré…me…me cuesta, y…
Suspira, cansada. Seguramente la han atosigado mucho con el detalle de quién es, ya que para un demonio o una Valquiria, llevar una espada significa ser un demonio o alguien como yo. Y si además su esencia no la delata, llama muchísimo más la atención todavía.
-Lo sé-repito-. Pero comprende que aunque nos hayas ayudado necesitamos saber quién eres. Siento preguntártelo tantas veces, pero…
-No,no, lo entiendo-me interrumpe-. De verdad, lo sabréis. Dadme un poco más de tiempo. Sé que es difícil, pero debéis esperar.
Aceptamos su respuesta un poco a regañadientes. Aunque si simplemente nos facilitara un dato…En fin. Si ha dicho que lo sabremos, estoy tranquila.
Aún me preocupa la mordedura del vampiro. Siempre pensé que fue un demonio poderoso el cual me había capturado, y ahora que he descubierto que no es así…
Se me ponen los pelos de punta cada vez que imagino de nuevo sus colmillos clavándose en mi piel. No sé por qué, pero este calabozo me debilita en cierto sentido. Es oscuro, no llega apenas aire porque no hay ventanas...
De repente recuerdo una cosa. Las desapariciones de Valquirias. Probablemente las capturaban, les arrebataban sus espadas…y después, ¿qué? No sé si quiero saberlo.
Miro a Alice. A ella este sitio no le sienta mejor que a mí. Está pálida, e incluso más delgada que antes, aunque hemos estado aquí apenas dos horas y media. Sus dedos están totalmente blancos y se afinan por minutos. Me acerco a ella con ademán preocupado.
-¿Te encuentras bien?-le pregunto, acariciándole suavemente la mano.
Ella me sonríe, aunque lamentablemente debido a su palidez su sonrisa ya no resulta tan bonita como antes. Asiente con la cabeza.
-Sí, gracias-me contesta con un hilillo de voz-. Es solo que este sitio me debilita…no entra luz, y eso me hace perder algo de vida, pero en cuanto salgamos de aquí estaré mejor.
Os preguntaréis por qué no utiliza su espada para sacarnos de aquí. Pues bien, ¿recordáis que os dije que mi espada era de un material difícil de encontrar y adquirir? Pues precisamente está hecho de ese material, imposible de romper por muchas espadas que se le pongan por medio. A mí mi espada ya me la han vuelto a conquistar,pero a ella no. Y por eso no podemos salir. Ojalá pudiera hacer algo por Alice, tiene un aspecto verdaderamente preocupante. Me siento junto a Alexander, apoyando la espalda en la pared. Suspiro, cansada.
-¿Cómo estás?-me pregunta con voz neutra. Me encojo de hombros.
-Bien-respondo. Tras una pausa, añado-¿Crees que saldremos vivos de esta?
Él suelta una pequeña carcajada.
-¿Vivos? Pues…no sé. Tal vez sí, tal vez no. Quién sabe-se encoge también de hombros, casi bromeando-, a lo mejor le damos pena y nos deja irnos.
Cierro los ojos, y empiezo a sentirme culpable. Sé que no debería, pero soy así. Siento como si todo esto hubiera sido culpa mía. Así que no dudo en pronunciar dos palabras que deseaban salir de mí desde hacía tiempo:
-Lo siento.
Él se vuelve bruscamente a mirarme.
-¿Por qué?-suelta,pero no me deja responder:-Fui yo quien irrumpió en tu piso obligándote a seguir la misión de Odín. Tú no tienes la culpa de nada, Éthara, ni se te ocurra pensarlo. Soy yo quien te saca de quicio y no te deja pensar bien, quien te metió en todo esto y te empujó a hacer lo que yo decía. Soy yo el culpable de tu encuentro con Aszarok, y después de ello te dejé sola en tu piso sin ayuda. Soy yo, Éthara. No vuelvas a sentirte culpable, no conmigo.
Sacudo la cabeza.
-¿Por qué siempre eres tan explícito?
Alexander se vuelve a encoger de hombros y devuelve su mirada azulada al techo de la celda.
-Nunca le pidas perdón a un demonio-me responde solamente.
Qué gracia. Suelto una carcajada, y con una sonrisa divertida dejo de mirarle.
Alice sonríe de repente, y señala con el dedo a Alexander.
-Un buen consejo-comenta, bromeando.
¿Sabéis qué? Debo admitirlo: si estuviera aquí sola no sería siquiera llevadero. Callada,cansada, sola y sin un hombro en el que apoyarme, sin nadie con quien reírme. Alexander ya es casi un amigo, o por lo menos alguien de confianza, y a Alice ya le debo un par de favores. En cambio, Thor no ha articulado palabra en todo este rato, aunque tampoco me importa. Ahora que tengo claro que seguramente seré devorada por un vampiro, y Odín morirá por mi causa, además de mis amigos, ya todo me es casi indiferente. Por lo menos moriré con personas con las que me siento bien, y además intentando hacer algo bueno e importante. Es mi único consuelo. Sin mi espada, que es parte de mí, me siento como si solo tuviera un medio corazón, indefensa, débil…Inútil. Inevitablemente, la historia se repite. De nuevo, estoy encerrada en un callejón sin salida. No me queda más remedio que esperar.
Tras un rato,Alexander,Alice y yo nos quedamos dormidos, apoyados unos en el hombro de los otros. Unos pasos me despiertan, y me incorporo, sobresaltada. Como me levanto demasiado rápido, me mareo, por lo que tardo en ver quién manipula la cerradura de nuestra oscura estancia.
¡Ozkora!Por el poderoso Odín, ¡Ozkora ha venido a sacarnos! Abro los ojos hasta más no poder, y manifiesto mi asombro abriendo la boca de par en par.
-¡Ozkora!-digo a media voz. Ella me sonríe y me indica poniéndose un dedo en los labios que debo guardar silencio. Por fin, consigue abrir la puerta dando varios manotazos. Nada más entrar, le abrazo con todas mis fuerzas.
-Te he llamado varias veces al móvil-me explica-. Y me asusté al ver que no lo cogías. Tras hacer unos cuantos cambios, alguien me dijo que te había encerrado al norte de España y no se me ocurrió otro sitio que este.
Le sonrío mientras me separo de ella.
-Me alegro tanto de que hayas venido…-me arrodillo junto a Alexander y le zarandeo suavemente-Alexander, despierta. Ya podemos salir.
Él no tarda en levantarse, ya que tiene un sueño muy ligero. Me acerco a Alice y repito el proceso de despertarla, solo que ella tiene el sueño más profundo.
Ozkora me lanza una mirada fulminante.
-¿Esta era tu ''medida drástica''?-señala a Alexander,que le devuelve la mirada de asco;parece enfadada-¿Un demonio? No has podido meter la pata más al fondo, Éthara.
Alexander la mira acentuando su expresión de asco y aversión, y mi amiga no duda en devolvérsela. Me acerco a ellos para calmar un poco la cosa.
-A ver, a ver-los interrumpo-. Ozkora, él me ayudó, y además me rescató en cierta parte de este lugar. Y Alexander, ella también me ha sido de gran ayuda cuando más lo necesité, así que no hay por qué ponerse así.
Ozkora se encoge de hombros y sale de la celda la primera.
-Un demonio-masculla, sacudiendo la cabeza.
Alice sale detrás de ella, y voy a traspasar la puerta de barrotes con una sonrisa cuando Alexander, detrás de mí, me agarra del brazo.
-Oye-susurra-, ¿estás segura de esto?
-¿A qué te refieres?
Él cambia el peso de una pierna a otra, incómodo.
-No me fío de ella. Y además, nos saca así como así, y sin precaución… ¿y si hay guardias? No quiero que nos vuelvan a encerrar aquí…
Niego con la cabeza, con cara de fingida tranquilidad. La verdad, a mí también me preocupa, pero…confío en ella. Me ha sacado de bastantes apuros, y esta no es una excepción.
-¿Prefieres quedarte en este mugriento y oscuro calabozo que te debilita hasta a ti?-le pregunto, con una sonrisa que le demuestre que con Ozkora no hay peligro.
Él sacude su cabeza, haciendo que sus negros cabellos se muevan. Al salir, intenta que su ocultada opinión no se oiga, pero lo capto enseguida:
-No lo digo por mí.

Espero sinceramente que os haya gustado. ^^