Aquí tenéis el siguiente capítulo...
Mientras, en otro lugar del mundo, el gran producto de los problemas de Éthara se da la vuelta para mirar a su esclavizado y temeroso lacayo. Un simple demonio menor, claro, que ha perdido la gran parte de sus poderes. Lo que, entre los demonios, se dice ``algo totalmente inútil ´´.
Lo mira con desdén y desprecio, y apenas le escucha cuando éste se atreve a hablar.
-Mi señor...-murmura el lacayo-¿Está seguro de que el plan funcionará? Aunque esté herida... ¿no cree que podría darse cuenta?
El poderoso vuelve a mirarlo, con un gesto de asco y con una nota de amenaza en su voz.
-Fharkot... ¿Acaso dudas, por poco que sea, que yo, fracasaría?
-Yo...yo...mi señor, yo no quise...-tartamudeó Fharkot, sintiendo que la mirada de su amo le desintegraría-Señor, yo no quise...decir eso.
El poderoso problemático se da la vuelta de nuevo para darle la espalda a su mugriento esclavo.
-Fharkot, Fharkot...esa estúpida Valquiria no sabe lo que le espera. Si se entromete en mis planes...su sangre será manjar para mí...Éthara, tus días están contados...hija de Odín.
Y allí, bajo la luz de la luna llena, que se filtraba por la persiana de la ventana, clara y pura, siguió maquinando su plan como si solo se le hubiera concebido la vida para ello.
Bueno...por primera vez en mi vida, me aburro. El aburrimiento es horrible. Creo que hasta podría morirme de eso. Aburrimiento...o la espada de un demonio. No sé qué es peor. Hace rato ya que dejé de buscar en Internet. Cuando creí que encontré algo bueno sobre demonios, resultó ser un crío que se había puesto ese nombre en Internet, en un foro de esos.
De pronto, empiezo a toser. Busco un pañuelo y me tapo la boca...y compruebo que estoy tosiendo sangre. ¿Cómo es posible? La herida del costado también me ha empezado a sangrar. Y me duele la cabeza. Veo borroso...la vista se me nubla...
Oh, Dios. Oh, no. Esto no. ¡Me estoy desmayando! Con mis últimas fuerzas logro coger el móvil y marcar el único número que me sé de memoria.
-¿Dígame?-contesta a mi llamada Ozkora-¿Hola?¿Éthara?
-Ozko...ra...-murmuro. No puedo respirar...
-¡Éthara!-chilla ella, dándose cuenta de que estoy mal.
No puedo más. Ozkora cuelga. Por lo menos tengo a alguien que se ha preocupado por mí. Entonces, entre mi vista borrosa, distingo una sombra y una sonrisa maligna. No puedo evitarlo. Me caigo al suelo y allí es donde pierdo el sentido.
Me despierto en un lugar que no me es familiar, y eso no me gusta. Lo que me sorprende en estos momentos es que sigo viva. Ahora lo único que recuerdo es un espantoso dolor y una sensación de muerte. Pero estoy viva. O al menos eso creo.
Me voy acostumbrando a la oscuridad poco a poco. Intento levantarme, pero noto que algo me agarra a la camilla en la que estoy tumbada. Siento un extraño cosquilleo por debajo de mí...me pregunto qué será. De pronto, una luz se enciende como por arte de magia...y entonces, puedo ver lo que me ata a la camilla.
Serpientes.
Hay miles de serpientes enrolladas entorno a mi cuerpo, deslizándose en la camilla, por el suelo, el cabecero...hay serpientes en toda la habitación. Chillo.
¡Qué asco! Debo decir que es el único animal que odiamos las Valquirias. Y, por si fuera poco, además, es el signo del mal. Muy lógico, ¿no?
Serpientes, muchísimas serpientes, en el suelo, por las paredes...Dios mío. Soy incapaz de soportarlo, así que grito. ¡Estoy asustada!
Y ni siquiera puedo hacer nada.
-Ah, ya te has despertado-dice una voz-. Qué alegría tener a la Valquiria que ha matado a
treinta y tres de los míos.
-¿Quién eres? ¡Muéstrate, cobarde!
Uy. No debería haber dicho eso. Bueno, por lo menos, consigo que salga y así poder verle. Vaya, un demonio. Pues no me sorprende.
-¡Oh, un demonio!-bromeo, sarcástica-No había visto ninguno en mi vida... ¡qué suerte!
-Menos bromitas, Valquiria.
El demonio, de ojos negros y cabello rubio, capucha de cuero, y pantalones marrones, coge una serpiente, y poco a poco, se va acercando a mí. Oh, por el poderoso Odín, qué asco...
-Aparta esa asquerosidad de mí, o...-amenazo.
-O si no, ¿qué? Éthara, querida, mírate…la gran sanguinaria Valquiria, atada a base de serpientes, capturada por demonios tras haber sido envenenada…irónico, ¿verdad?
Un momento… ¿Envenenada? Que yo recuerde, nunca he sido envenenada…
Frunzo el ceño.
-¿Cómo que envenenada? ¡Eso es imposible! Soy inmortal, nada ni nadie puede matarme ni envenenarme, ni siquiera enferm…
De pronto, caigo en una cosa. Tos. Sangre. Aszarok. ¡La Coca -Cola! Aszarok me envenenó. ¡Por eso empecé a toser sangre! Maldito demonio…
-¡Tú!-grito, sin saber controlarme-¡Tú eras la sombra! Por el martillo de Thor, ¡vosotros me envenenasteis! Hijo de serpiente…
El demonio sonríe.
-Darvat, para ti-me interrumpe él.
Empiezan a dolerme los brazos de tenerlos atados y estirados. La herida empieza a sangrarme, y me duele muchísimo. Dejo caer la cabeza para que él no me vea llorar. Darvat, sin embargo, se acerca a mí y me agarra de la barbilla para hacerme alzarla.
-¡Dichosos los ojos!-se mofa de mí-La Salvadora de Odín, llorando medio muerta. Qué espectáculo más fantástico… Ojalá pudiera quedarme para observarlo.
Me suelta, y vuelvo a mi humillante sollozo. Darvart se da la vuelta y desaparece por la puerta:
-Que disfrutes, Valquiria. Diviértete con las serpientes.
Me quedo sola una vez más. No sé por qué, pero siento un extraño vacío…ah, claro, ¡mi espada! La busco. No está. Sin ella me siento insignificante. Pensadlo. Si llevarais toda la vida llevando lo mismo encima, ¿cómo os sentiríais si de repente no lo tuvierais? Así me siento yo ahora. Con un increíble vacío dentro de mí misma, atada, entre serpientes y sangrando a mares, cuando incluso recurrí a un demonio para que me ayudase…he caído. He caído totalmente en la trampa, seguro que Alexander lo acordó todo con Aszarok, con Darvat…y les informó de mis debilidades.
De pronto, oigo algo, como si alguien estuviera manipulando la cerradura. Empiezo a oír golpes; alguien está intentando abrir la puerta de alguna forma. Más y más golpes. Finalmente, la cerradura se rompe, y puedo ver entrar al culpable de mi situación.
Alexander.
Pongo cara de fingido enfado, intentando que vea, o que por lo menos crea que pienso que me ha traicionado.
-¿Encima vienes a comprobar si estoy sufriendo?-le echo en cara-¡Pues no te molestes!
Él parece no comprenderme.
-¿De qué estás hablando? Ah, ya. Piensas que yo te entregué a Darvat y a Gohan, ¿no es cierto? Pues no, bonita. ¡Al contrario! He venido a…digamos que a ``salvarte ´´.
¿Salvarme? ¿Él?
-¿Tú? ¿Cómo que salvarme? ¿Y quién es Gohan?
Alexander desenvaina la espada y se acerca a mí ignorando las serpientes.
-Te envenenaron-explica-. Te capturaron. Ahora, quieren torturarte, matarte…y yo he venido a evitarlo.
-Pues vaya.
Mata solo a las serpientes que me atan a la camilla, sin mirar siquiera a las demás.
-¿Por qué no te dan asco las serpientes?-pregunto, intrigada- ¿Por qué las ignoras como si no estuvieran ahí?
Él, de nuevo, no entiende lo que yo digo.
-¿Serpientes? ¿Qué serpientes?
Abro los ojos como platos.
-Entiendo que a vosotros no os importe, a fin y al cabo son el signo del mal…pero de ahí a no verlas…
-Éthara, ¡aquí no hay serpientes!
Por fin me deshago de las criaturas que aún se agarraban a mis brazos, y consigo levantarme, no sin un leve dolor de cabeza. Sacudo las manos para quitármelas. Pronto me doy cuenta de que me sangran. ¿Seré alérgica?
-¡Pues claro que las hay!
Alexander sacude la cabeza, indicando que no quiere seguir con el tema.
-Da igual-dice finalmente-. Pero salgamos ya de aquí. Hay cosas que debes saber.
-¿Qué cosas?
Él abre la puerta con cuidado, (que ahora está sin pomo) y mira si hay alguien.
-Ssshhhhh….
Al fin sale por la puerta, y me indica con un gesto que le siga.
Cuando por fin estamos en un pasillo grande, con suelo de mármol y paredes grises, le hablo en voz baja.
-¿Por qué no has usado tu espada para abrir la puerta en vez de liarte a dar golpes?
-Porque si hubiera hecho, que por cierto es una completa estupidez, me habrían detectado y ya no habría nadie para sacarte de tu tortura.
Vale, vale, tal vez este demonio sea un poco más listo que yo, o por lo menos tiene un poco más de experiencia, pero ¿cómo iba a saber yo que los demonios eran capaces de detectar eso?
Seguimos andando de puntillas a través del pasillo, que según me cuenta Alexander está en… ¡Asturias! Estoy en Ginebra y de la noche a la mañana me encuentro al norte de España…bueno, mi consuelo es que según me han dicho, es bastante bonita.
Pues este sitio en el que estoy metida, está en Gijón, eso es lo que me explica Alex. (Sí, bueno, ¿qué pasa si le llamo Alex?)
Entonces, empieza a sangrarme de nuevo la herida. ¡Me estoy cansando ya de tanta sangre! ¿Por qué no se curará?
-Oh, genial-dice Alexander en ese momento-. ¡Lo que nos faltaba! Ahora no tardarán en descubrirnos…
Se arranca las dos mangas de la camiseta y las ata en torno a mi cintura, intentando tapar la venda y que por lo menos no deje un rastro de sangre. La verdad es que me da un poco de vergüenza que un demonio haga todo esto por mí…
Alejo esos pensamientos de mi mente rápidamente, ya que la sensación de estar encariñándome con el enemigo mortal de mi especie me resulta…vomitivo.
La verdad es que su rápido ``apaño ´´ no sirve de mucho, pero por lo menos nos libra de un posible disgusto. Limpia con la chaqueta la sangre del suelo, y seguimos nuestro camino de escapada. Los dos guardamos silencio durante un buen rato hasta que me acuerdo de un pequeño detalle.
-Por cierto…-digo, rompiendo el silencio-¿Y mi espada?
Él sonríe, con un gesto que desvela una vez más que piensa lo ingenua que soy.
-¿Y a dónde piensas que vamos? ¡Pues a recuperarla, claro!
Y continuamos andando pegados a la pared, de cuclillas, o incluso arrastrándonos como mismísimas serpientes por el suelo bajo mesas u otros muebles para esquivar la mirada de algún demonio o humano (que también los hay).
La verdad es que el sitio este es bonito, lo disfrutaría más si no tuviera esta herida, que cada vez me debilita más.
No deslizamos por debajo de una última mesa, y conseguimos entrar por una puerta.
Dentro, la habitación es bastante grande. Hay varias vitrinas con espadas demoníacas, angélicas…Valquíricas, incluso. Aunque abundan más las angélicas.
Me pica la curiosidad, así que voy leyendo los nombres de las espadas, Berta, Frida, Natary,...Vaya, no encuentro la mía.
-¿Es esta la tuya?-me sobresalta Alex, que hace ya rato que no me habla.
-¡Ah, sí! ¿Dónde está?
-Aquí, mira.
Me quedo mirando la espada. Qué extraño…Sí, es la mía, pero…pero no es la mía. Suena un poco raro, pero es así. Es mi espada, pero lo que me extraña es que al lado de mi espada hay otra igualita. Y además lleva mi nombre, solo que el apellido no es el mismo. Pero en la espada de al lado hay algo escrito, en la hoja. ``Confía siempre en tu corazón ´´…ay, Dios. No. No puede ser.
No puedo evitarlo. Mis ojos se llenan de lágrimas.
Espero sinceramente que os haya gustado.
*Almalual.
PD:Bueno,me gustaría avisar de algo...y es que este libro lo escribí bastante pequeña,y...vamos,que no es muy largo. Así que si queréis leer algo largo,os cogéis un tocho bueno de esos que me gustan a mí.^^
Con cuantos años escribiste el libro? Ahora me tengo que ir, pasé por tu blog por la intriga de saber si lo habias actualizado, pero luego lo leeré.
ResponderEliminarSaludos!
Con 10 para 11.No sé si he cambiado mucho desde entonces, pero he leído y escrito tanto desde este libro...vamos,yo creo que algo habré mejorado.
ResponderEliminarSaludos,
Almalual.
ey, está muy bien para la edad con la que lo escribiste! :) me han llamado la atencion tus intereses, pero el que más, el de ser escritora, yo tambien quiero serlo, pero el problema es que la inspiración me viene a ratos y así no se puede xD
ResponderEliminarbesos!
Esta muy bien para haberlo escrito con diez años, pero, yo con lo hipocondriaco y maniatico que soy, no beberé nunca mas cocacola, vaya que empiece a toser sangre y a ver serpientes aferrandose a mi cuerpo. Aunque la serpiente es mi animal favorito...Bebere cocacola bebere cocacola! :D
ResponderEliminarSaludos!!
Orderonime:Me he pasado por tu perfil y he leído tus intereses.Me alegro de compartir algunos contigo.
ResponderEliminarMi problema no es la inspiración.Estoy siempre dándole vueltas a lo que escribo,haciendo apuntes de posibilidades para la historia.Siempre llevo encima una libreta y un boli.Algunas veces,si la ''Musa'' me abandona,leo cualquier cosa que pille.Incluso algo que ya haya leído.
Me alegro de que amb@s tengamos un deseo en común:¡ser escritor@s!^^
GirafaRonca:No he escrito esto para que te traumatices,hombre...yo tengo la suerte de que no me gusta la cocacola.Pero me encantan las serpientes.Aunque no me gustaría encontrarme con una hambrienta cara a cara...de pequeñ@ me pusieron una pitón en los hombros...tengo una foto por ahí.Estaba que no cabía en mí de la emoción. =P
Saludos,
Almalual.