PRÓLOGO
Escudriño la noche en busca de mi objetivo. Sigilosa, camino entre la espesura mientras mis ojos se acostumbran a la oscuridad, la cual me envuelve en la noche.
Mis pupilas se dilatan; algo me dice que lo que he estado buscando tanto tiempo no está muy lejos. Mis labios se alargan en una sonrisa de triunfo. Lo oigo moverse entre la maraña. Doy un paso más, acercándome más a él. Llevo mi mano a mi espada…
Y salto de entre la hierba para abalanzarme sobre él. Grita, desconcertado. Ah, no, pero no lo dejaré escapar. Se cree este que soy fácil. Me habla en su idioma, que tampoco es desconocido para mí.
-¡Maldita Éthara!-chilló el íncubo. Se retuerce, intentando escapar de mi espada y mis brazos, que lo agarran.
-¡Cállate, o te juro que te atravieso con mi espada!-le grito; empiezo a estar harta de su inquietud.
Él me enseña los colmillos ferozmente, pero deja de moverse.
-Pues todo lo que sé morirá conmigo-puntualiza. Es cierto, la verdad es que lo necesito vivo…todavía. Se cree muy listo este íncubo. Os preguntaréis qué es un íncubo. Es una especie de demonio que se introduce en los sueños de las mujeres, y allí las seduce, se gana su confianza hasta llegar a su única meta: su alma. Llevo buscando a este diablillo desde hace dos meses, y lo he encontrado justo con las manos en la masa: enfrente de este pequeño bosquecillo está la casa de una mujer, Helen Píccolo, procedente de Italia, pero que se mudó aquí, a Ginebra, al oeste de Suiza. Y este molesto demonio iba directo a su casa. Ya os imaginaréis lo que quería hacer.
-No he dicho por dónde te iba a atravesar-amenazo, sonriendo enigmáticamente-. Crees que soy fácil ¿eh? Pues, siento decirte, estúpido demonio, que no te gustaría quedarte sin brazos.
El íncubo calla de mala gana.
-Así me gusta- sonrío-. Y ahora, levántate. Y quietecito, no vaya a ser que me ponga de los nervios y que ya no tengas piernas con las que huir de mí.
Obedece. Por primera vez en dos meses, cojo las riendas de la situación. Lo he seguido desde la mismísima Italia que fue donde intentó asaltarla por la noche la última vez.
Y ya me he hartado. Cuando se levanta, le planto lo único que puede matarlo: mi espada, hecha de un material muy difícil de conseguir entre los de mi especie, pero mi caso es…digamos ``especial ´´. Pero no estamos hablando de mí. La punta de mi espada le roza el cuello, y el íncubo tuerce la cara en un gesto de dolor. Sonrío.
-Y ahora, dime, íncubo…
-El íncubo tiene nombre ¿sabes?-me interrumpe con sequedad. Sin embargo, mi sonrisa se hace más amplia.
-Bueno, pues... ¿cómo te llamas?
La verdad es que nunca me había interesado el nombre de mis enemigos, y menos cuando se trata de íncubos.
-Aszarok-me responde.
-Muy bien, Aszarok. Helen Píccolo no es que sea una chica muy sorprendente, la verdad es que pensé que los íncubos elegíais a mujeres…ricas, o algo así. Así que no creo que hayas elegido a esa pobre chiquilla sin razón. Dime, ¿qué es exactamente lo que quieres de ella…aparte de su alma?
Él pone los ojos en blanco.
-Oh, vamos-me responde-. Si tú pensabas que los íncubos elegíamos mujeres de más interés, yo también pensé que las Valquirias erais más listas.
Así es. Este maldito íncubo ha dado en el clavo: soy una Valquiria. Pero mi historia vendrá más tarde.
Hundo la punta de mi espada en el pecho de Aszarok, sin llegar a tocar su corazón (como ya sabéis, todavía lo necesito vivo). Éste grita, henchido de dolor.
-No estamos hablando de mí. Y no conozco a esa Helen, así que ya estás cantando antes de que te rebane los sesos con mi espada.
Aszarok se aguanta el dolor y la agonía y sus labios forman una sonrisa cansada.
-¿Crees que te voy a decir eso, sin nada a cambio? ¿Así, sin más?-se ríe- Oh, venga. Soy un demonio. Si tú no eres fácil, yo no soy desinteresado.
Me temo que yo ya cuento con lo que él quiere.
-Lo sé-asiento-. Lo tuve en cuenta.
Saco una segunda espada de su vaina, la cual hace que Aszarok pegue un respingo, ya que no la había visto debido a que la tengo detrás de mi espalda, bien sujeta.
-Mi espada…-murmura Aszarok. En efecto, es su espada. Se la quité la última vez que lo pillé con las manos en la masa, en Italia, pero desgraciadamente se me escapó esa noche. Pero no volverá a pasar.
Aszarok alza la cabeza y la mueve para quitarse un mechón de la cara. No os creáis que es el típico demonio de cuernos en la frente, patas de cabra y una capa. Qué va.
Este en particular tiene el pelo negro, ojos marrones y facciones delicadas. Viste con camiseta negra y pantalones largos negros. Lleva zapatillas de deporte y una sudadera marrón de cuero. Y, sin embargo, a pesar de su aspecto humano, hay un brillo rojizo en sus ojos y un aura oscura que lo delata…cosa que solo yo puedo ver.
-¿Qué te hace pensar que no te mataré con ella en cuanto la tenga en mis manos?-me echa en cara.
-Porque mi espada tiene algo que tu espada no tiene, y lo sabes. Y porque puedo matarte en menos de dos segundos…y porque hay personas muuuuuy importantes que te quieren muerto, personas que han hablado conmigo y que me tienen prometidas muchas cosas que me interesan. Así que…si quieres tu preciada espada dime lo que sabes…y lo que yo quiero saber.
Aszarok acaba por hacer lo que le digo. Bien. Vamos por buen camino…
-Tiene contacto con personas de sumo interés para mi señor. Pensaba ganarme su alma para que me diese información.
-¿Qué personas?-pregunto, interesada.
Él se encoge de hombros.
-Personas-repite.
Vaya, con lo bien que íbamos. En fin…qué se le va a hacer. Pongo los ojos en blanco.
-Oh, por favor. Toma tu espada y vete, desaparece de mi vista.
Él sonríe. De pronto, desaparece, así, sin más. Me quedo sola, en la oscuridad. Siento una voz en mi mente.
<<¿Lo has capturado?>>
<
<
<
Así que allí me dirijo…espero que todo vaya bien…
I
Voy en taxi al Jardín Anglais; sí, ya lo sé, un taxi es un poco raro para una Valquiria. Pero digo en mi defensa que las Valquirias no somos las típicas doncellas guerreras del Dios Odín que van en caballo seleccionando a los guerreros que deben morir en el campo de batalla y van curando a los heridos. Eso era antes. Las cosas han cambiado. Antes eran otros tiempos. Sí que somos enviadas del Dios Odín, por supuesto. Pero las pocas Valquirias que quedamos somos las encargadas de eliminar a los demonios, diablos e íncubos. Yo me acabo de citar con mi superiora, Ozkora, una antigua Valquiria que se unió conmigo para exterminar a los demonios.
Todavía no os he dicho cómo y quien soy.
Pues, bueno…a las Valquirias se las nombran como hermosas guerreras…a mi no me ha tocado de herencia por parte de Odín precisamente la belleza, la verdad. Mi pelo es negro, largo y con mechas rojas (las mechas son de nacimiento, creo que son por parte de mi madre). Me llega hasta la cintura. Mis ojos son verdes esmeralda. Soy de estatura media, no muy alta. Y, como ya dijo Aszarok, me llamo Éthara…igual que mi madre. Perdí a mi madre a mis cincuenta y siete años (lo creáis o no, yo era joven). Ella murió abatida por un demonio, según tengo entendido. Mi padre me cuidó, él era un mortal, y murió teniendo yo los setenta, doce años después. Heredé el corage de mi madre, y la valentía de mi padre, y con esas dos cosas me las arreglé sola. Además conseguí contacto con Ozkora, mi superiora, que era amiga de mis padres, y ella me facilitó un poco las cosas.
Suelo ir vestida con una camiseta roja, unos pantalones piratas negros y un cinturón dorado. Para ir más cómoda, calzo zapatillas de deporte, ya que viajo mucho, y no es que me gusten mucho los medios de transporte actuales. Prefiero ir a patita, que es más sano, y más propio de una Valquiria, ¿no creéis?
Bueno, pues…aquí estoy. El Jardín Anglais. Es bonito, aunque he visto cosas mejores. Hay un pequeño espacio con hierba y plantas diferentes que forman un reloj, con flores rodeándole. Cerca hay una enorme fuente, junto a la que veo a mi compañera…perdón; mi superiora. Solemos llamarnos como ``compañeras ´´, pero las cosas son como son.
Es superior a mí, aunque eso no me afecta. Camino hasta ella; está sentada al borde de la fuente. Es rubia con mechas castañas, pelo corto. Lleva una blusa blanca que se ajusta con un lazo a la espalda de color marrón. Viste unos legins hasta las rodillas, también marrones. Ojos castaños y nariz chata, como yo. Lleva unas manoletinas marrones. Os habréis fijado en que es mucho más elegante que yo, y además prefiere la vida cómoda entre humanos, viviendo en hoteles de cinco estrellas y viajando en avión de primera clase. Lo dicho, muy pero que muy elegante. Pero no le envidio nada, no os creáis.
Me sonríe.
-Hola de nuevo, Éthara- me saluda.
Le devuelvo la sonrisa.
-Buenas tardes, Ozkora.
-¿Qué le has hecho a ese molesto demonio?-me pregunta, yendo directamente al grano.
-Lo mismo que él me ha hecho a mí-refunfuño-¡Molestar! He seguido y perseguido a ese dichoso demonio durante dos meses. Y todo para una misteriosa respuesta.
Ella sonríe. Tiene mejor humor que yo.
-Dos meses no son nada cuando tienes toda la eternidad por delante-puntualiza. Otro detalle que me he saltado: soy…somos inmortales. Pero prefiero no deciros mi edad.
-Si, tienes razón. De todas formas, ha costado lo suyo conseguir atraparlo. Otros se han resistido menos, la verdad.
-Venga, mal genio-me dice, invitándome con un gesto a que me siento a su lado. Yo hago caso, y me siento al borde de la fuente con ella-. Cuéntame qué te ha dicho ese demonio malo-bromea.
Al sentarme, le miro a sus preciosos ojos castaños, brillantes.
-Pues no ha sido muy claro, y me pone de los nervios no saber nada de la tal Helen. Cuando le he preguntado por qué iba tras los pasos de la italiana a cambio de sus espada, me respondió que ''tenía contactos con personas de interés para su señor ''.
-¿Qué personas?-me pregunta Ozkora, interesada.
-No me lo ha querido decir.
Ozkora medita, buscando respuesta a la pregunta que las dos nos hacemos: ¿Qué personas podrían tener contacto con una simple humana?
Al final, acaba por desistir.
-En fin…por lo menos sabemos algo. Has sabido hacer lo que te pedí, Éthara…una vez más. Nunca dejaré de sentirme orgullosa de mi aliada-me felicita.
-Dirás de tu sirvienta-bromeo. Sé que le molesta que me llame a mí misma su ``sirvienta ´´. Me ha cogido cariño.
Ella arruga la nariz con un mohín de niña pequeña.
-Ay, no digas eso. Sabes que no me gusta. Además-me dice- tú no eres mi sirvienta.
-Vale, pero no te enfades. Bueno, ¿qué es lo próximo que tengo que hacer?
Ella se encoge de hombros.
-Tú sabrás. Es tu vida, no la mía.
Enarco una ceja. Ella se echa a reír.
-De momento-responde, desternillándose de risa en toda mi cara-, no hay señal de ningún demonio cerca. Vete a tu casa y relájate; ya has hecho bastante.
-Sabes que no me gusta estar inactiva-refunfuño, con un nuevo mohín -. Me aburro en este mundo de humanos.
Ella me sonríe.
-Lo sé. Lo tuve en cuenta. Así que ¿por qué no te vas a tu piso en el Ródano y buscas información sobre un demonio? Aunque ya sabes que últimamente han estado desapareciendo bastantes Valquirias.
La verdad es que ese tema me tiene muy preocupada; En las últimas semanas han estado desapareciendo muchas de nosotras, yo podría ser la siguiente y eso no me hace nada de gracia. Frunzo en ceño.
-Sí, lo sé…¿Otro íncubo?-pregunto, con curiosidad. Antes de empezar la búsqueda, tengo que saber de quién se trata. De todas formas intentaré averiguar el por qué de las desapariciones.
Pero ella niega con la cabeza.
-No exactamente. Es algo que nunca has hecho, pero confío en ti y sé que podrás con ello. Esta vez tendrás que averiguar algo…muy importante. Es sobre nuestro señor Odín.
Abro los ojos como platos.
-¿Qué le pasa al señor Odín?-pregunto, alarmada. No puedo evitar pensar en algo, y mi rostro se vuelve sombrío y amenazador-No le habrá hecho algo ese maldito Lucifer, ¿no?
Pero Ozkora niega de nuevo con la cabeza.
-No, no tiene nada que ver con Lucifer. Pero alguien ha raptado a su hijo, Thor, y, créeme, es difícil raptar al hijo de un Dios.
-Entonces… ¿Por qué yo? ¿Por qué no lo investiga Odín?
El rostro de Ozkora se vuelve serio y una sombra de dolor cruza sus ojos.
-Porque Odín…Odín está enfermo, Éthara. Recibí la noticia esta mañana, me lo dijo Rastrof, y ya sabes que todo de lo que se entera es cierto.
La noticia cae sobre mí como una losa. Odín… ¿Cómo era posible que un Dios tan poderoso como él enfermara, así como así?
Ozkora parece saber lo que pienso, porque me responde:
-Es un virus letal que parece haber sido inventado por un gran demonio muy poderoso; no se sabe quién, pero no es Lucifer, te lo aseguro. Ni él sabe qué demonio es culpable. Ahora, Frigg le cuida, intentando sanar el virus…pero, como ya te dije antes, es letal, y si Odín consigue salir de esta,…no lo olvidará ni perdonará jamás al que le hace sentirse así...enfermo. Y te lo encargo a ti porque la mismísima Frigg habló con mi superiora, Dionne y le pidió que me dijera que fueras tú la que lo buscaras.
Mis ojos se abren todavía más. No me lo puedo creer. La misma Frigg, esposa de Odín, mi gran señor, quiere que yo, una Valquiria menor, investigue algo tan importante como la enfermedad de un gran Dios…Demasiada información para mí.
Si pensáis que las Valquirias somos muy apaciguadas, muy tranquilas y toda esa historia, os lo han contado mal, porque tanto yo como las demás Valquirias nos impresionamos, como los humanos. Podemos experimentar todos los sentimientos, ya que somos seres racionales. He aquí el por qué de mi asombro. Además…cualquier Valquiria se impresionaría al saber que a su Dios le han…enfermado, envenenado o lo que le hayan hecho.
-Pero, si yo no…yo solo…-tartamudeo. Trago saliva y respiro hondo-Si yo solo soy una Valquiria menor.
-¿Una Valquiria menor? Estás de broma, ¿no? ¿Qué Valquiria menor mataría treinta y tres íncubos en tan solo un mes, Éthara?-me hace notar. Cierto. Derroté a treinta y tres íncubos en un mes…pero no eran muy poderosos, así que tampoco tengo tanto mérito. Ozkora exagera demasiado. Ella sacude la cabeza- Éthara, tienes que ir aceptando que eres más de lo que tú crees. No eres una simple Valquiria menor, como tú dices. Vale que soy ``superior ´´ a ti y todo eso, pero, aunque sea un poco más poderosa que tú, no cabe duda en que puedes con cualquier cosa.
-Entonces, si tú eres superior, ¿por qué no vas tú a buscar al culpable?- pregunto-No niego que me interesa, la verdad, investigar algo tan importante es algo que me gustaría mucho, pero también es demasiada responsabilidad. Tú puedes ir perfectamente y…
-¿Y tú no?-me interrumpe Ozkora, que ya teme que deniegue la ‘invitación ’.
Dudo. Es verdad que me encantaría ir, pero…es mejor que lo haga ella.
-Pero, Ozkora…Yo no…compréndelo, no estoy acostumbrada. Llevo media vida luchando contra íncubos y demonios menores, y no sé si estoy preparada para conllevar tanta responsabilidad.
Ella me mira. Me dirige una mirada dubitativa. De verdad, no creáis que no me gusta la idea, de hecho ya estaba un poco harta de tanto demonio menor, pero…No va conmigo eso de intentar salvar a un Dios.
-Está bien…-suspira Ozkora-Hablaré con Dionne para que informe a Frigg. Pero, si cambias de opinión, ya sabes donde encontrarme.
-Gracia, Ozkora. Bueno…yo me voy ya.
-Adiós.
Ambas nos fuimos del parque. El sol ya comienza a esconderse por el horizonte, y casi toda la gente se ha marchado ya a sus casas. Todavía hay alguna que otra pareja que pasea tranquilamente por los alrededores, o alguna madre que sale por la puerta del parque con su bebé en el cochecito. Ni un solo ruido. Y empieza a hacer frío. El viento agita las ramas de los sauces llorones. Salgo de aquí y me dirijo hacia mi pequeño piso, cerca del río Ródano. Busco el número veintiuno (el número de mi piso, claro), saco las llaves y entro. Como es un segundo piso no cojo el ascensor. Entro.
La verdad es que no es muy grande, lo justo para una sola persona. Oigo a mi canario cantar cuando entro.
La entrada es un pequeño pasillo que conduce al salón. Éste se compone de un sofá, una televisión (cuando tienes toda la eternidad, una se aburre) y una mesa rectangular. A la izquierda hay una entrada con forma de arco. A la derecha del arco está mi habitación, y a la izquierda un baño. Creedme, mi piso parece más bien un invernadero. Tengo el piso lleno de plantas. Al fondo del salón hay una terraza. Entro en mi habitación. En ella tengo prácticamente lo necesario: un escritorio con ordenador, una cama y un armario. Al lado de la cama está mi mesita de noche, en la que tengo el móvil (vivo muy adaptada a las tecnologías humanas aunque no me gustan mucho, pero son necesarias) y un despertador. Al fondo de la estancia hay una ventana que da al río y a un puerto. Miro la hora en mi móvil: las diez menos cuarto…y tengo bastante sueño. Cierro la puerta, y solo entonces noté un cierto brillo rojizo en la habitación, y…no creo que este calor en pleno otoño sea normal. Me vuelvo y allí lo veo: pelo castaño oscuro, ojos azules pero con un resplandor rojizo, bastante siniestro. Lleva pantalones vaqueros y el pelo revuelto. Viste también una camiseta azul marino…y a su espalda, bien sujeta, se encuentra una espada demoníaca. Inconfundible:
Un demonio.
Ambos nos miramos. Tengo que añadir que, desde que los ángeles se extinguieron, nuestras razas son rivales desde hace siglos.
-¿Qué haces aquí?-pregunto, aunque es evidente que quiere matarme. Por eso me sorprende su respuesta:
-Ayudarte.
Frunzo el ceño. Es imposible que un demonio quiera ayudarme…¿ayudarme a qué?
-¿Qué?-genial; un demonio tiene intenciones de ayudarme (sea para lo que sea) y a mi solo se me ocurre decir eso.
Él sonríe.
-¿No habrás pensado en negarte a salvar al Odín ese, verdad?
-Eso no es asunto tuyo…un momento, ¿has sido tú el que le ha envenenado?-una sospecha cruza mi mente, aunque se ve perfectamente que este demonio no es muy poderoso. Yo podría matarlo con mi espada en un abrir y cerrar de ojos, y no creo que él no lo sepa.
-No he tenido el placer, me temo-me responde descaradamente.
¡Manuda cara! Un consejo: nunca vayas al piso de una Valquiria solo para hablar tan mal de su Dios.
Enarco una ceja.
-¿Ah, si? Pues qué pena, porque tú hubieras sido más fácil de matar. Además, ¿a ti qué te importa que una Valquiria u otra intente salvar a su Dios, el cual está enfermo? Mejor para ti, ¿no?
-Qué mal genio, pensé que...
-Pensabas mal.
Él se queda pensativo, mirándome. Me pongo nerviosa. Normalmente no estoy muy acostumbrada a que un demonio se quede mirándome como si se estuviera pensando matarme o no.
-Mira, no he venido a MI piso para que un demonio entre en MI dormitorio y se me quede mirando. Dime qué quieres y márchate.
Para asombro mío, el demonio suelta increíbles carcajadas.
-Ah, ¿te hace gracia?-Me estoy empezando a hartar de su arrogancia y su poco respeto.
-No-me responde él-. Pero de algún modo tenía que hacerte callar. Verás...-se pone serio de pronto.¡Por fin algo de seriedad!-Me he enterado que tú estás a cargo de descubrir quién es el culpable del envenenamiento de Odín. Y ¿quién mejor para investigar el ``crimen ´´ de un demonio que un demonio?
Cada vez me voy liando más. Comprendo lo que quiere decir, sé que su planteamiento es cierto, algo sencillo pero útil...pero no sé cuales son sus intenciones.
-¿Y para qué querrías tú ayudarme, si se puede saberse?
Él se encoge de hombros.
-Tú dirás. Puedes pensar que intento engañarte y matarte, o puedes pensar que simplemente quiero ayudar a una Valquiria.
-Eso es precisamente lo que no cuadra. Nuestras especies están enfrentadas desde hace siglos. ¿Por qué ahora un demonio querría...?
-Mira-me interrumpe con impaciencia-, tengo prisa. Así que, si quieres, me llamas y me pides ayuda, y si no, pues nada. Pero que conste que me da igual que ese Dios se muera. Adiós, Éthara.
Escribe algo en un papel y lo deja encima de mi mesita de noche. Después, simplemente, desaparece.
Dudo.
Pero no soy de las que se quedan pensando en lo mismo y le dan vueltas a la cabeza sobre un mismo asunto, así que...
Cojo el móvil. Busco el número de Ozkora en la agenda y lo marco. Su voz me responde al otro lado de la línea.
-¿Diga?¿Quién es?
-¿Ozkora? Soy yo, Éthara. Llamaba para decirte que…acepto lo de Odín.
Sentí la alegría de mi compañera en sus balbuceos.
-Eso...eso es...¡Eso es maravilloso!-estalla de emoción-¡Sabía que no me fallarías! Gracias, Éthara.
-De nada-respondo un poco sorprendida-. Pero voy a tener que tomar medidas un poco...drásticas.
-No importa. Haz lo que sea; sé que hagas lo que hagas, te saldrá bien. ¡Adiós!
Cuelgo.
Bueno...pues ya está hecho. Entonces, caigo en una cosa. No le dije mi nombre al demonio.
Espero sinceramente que os haya gustado.
*Almalual.
Oye, almalual...La OCS (Organización Celestial de la Salud) no ha tomado carta en el asunto de Odín? No lo veo correcto, no... ;-)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada, y espero impaciente el próximo capítulo.
Saludos!
No tienes guasa tú ni na, Jirafito! xDD
ResponderEliminarJajaja...pues no,mira,se me olvidó avisarlos... ¡aiinss,qué falloo!xD...
ResponderEliminarGracias,Girafa.Colgaré el siguiente lo antes posible.
Saludos,
Almalual.
Por cierto,hay un punto en el que varias frases no aparecen,casi al final del prólogo.Un fastidio,intenté que aparecieran 3 veces,asi que al final se quedó como estaba.
ResponderEliminarBueno, ¿y por què no las publicas en esta ventana de comentarios? siempre aclarando por qué las cuelgas aquí, claro.
ResponderEliminarSaludos!!
P.D: Anda, avísalos que por lo menos le den Ibuprofeno xD
Pero, aunque quizás sea mas difícil, podrías probar a ponerle un título a los capitulos
ResponderEliminar¡No os lo vais a creer!He intentado poner las frases que se omitieron en el texto...¡y el ordenador no me deja ponerlas en el comentario! Me dice que ''Su HTML(Si alguien sabe qué es eso,que me lo diga,por favor ^^')no es aceptable''.Os habéis quedado sin saber qué ponía.Pero que conste que lo he intentado...
ResponderEliminarBueno,a lo de los nombres de los capítulos... lamentablemente,he leído el comentario demasiado tarde.Este libro lo escribí hace mucho tiempo,es decir,que ahora tengo una manera un tanto distinta(y tal vez,mejorada)de escribir,pero aún así le tengo un cierto cariño. Antes no ponía nombre a los capítulos, aunque actualmente sí lo hago.Ponerle nombre a los capítulos supondría borrar y re-publicar la entrada,y aunque de vez en cuando corrijo cosillas del libro,me gusta que conserve esos detalles,la forma de escribir con la que empecé, pues este era mi primer libro.Así que supongo que lo dejaré como está,pero gracias de todas formas,y si algún día se puede,tal vez cuelgue otro de mis libros,en el cual seguro que los capítulos tendrán nombre.^^
Una vez aclarado esto...
Saludos,
Almalual.
¡Uf!Bueno,lo explico yo misma...las frases que no salieron en el texto...era Ozkora diciéndole a Éthara mentalmente que fuera al Jardín Anglais.Punto.No sé por qué pero está claro que a mi ordenador no le gusta mis frases...
ResponderEliminarSaludos exasperados,
Almalual.
Pues creo que es al único al que no le gustan... ;-) ahora voy a leer tu nuevo capítulo. No podía resistirme a comentarte antes de leerlo, para que lo supieras por si no te comento el otro xD
ResponderEliminarSaludos!!